Chile está ubicado entre la Cordillera de los Andes y el Océano Pacífico. Posee un clima mediterráneo predominantemente y una tipografía perfecta, desarrollando un excelente ambiente para el cultivo de distintas cepas para la producción de vinos. Además, el país es considerado uno de los más importantes productores y está entre los 7 mayores exportadores de la bebida en el mundo.
Quien visita Chile, principalmente su capital, la ciudad de Santiago, tiene la curiosidad y la oportunidad de conocer una o más de sus más conocidas viñas. Para ayudarte a elegir cual(les) de ellas tú puedes visitar, destacamos en este artículo las 4 viñas chilenas que más atraen los turistas.
1. Viña Concha y Toro
Fundada en 1883 por Don Melchor Concha y Toro, un destacado empresario y político chileno, la Viña Concha y Toro es hoy la mayor productora de vinos de Latinoamérica y una de las 10 mayores vitivinícolas del mundo. Su historia está llena de tradición y leyenda, siendo la del “Casillero del Diablo”, vino lanzado en 1966, la más conocida y que ha aportado al reconocimiento del vino chileno.
La viña se encuentra a solo 1 hora de Santiago, en la zona de Pirque. En la visita, recorrerás por algunas de las tradicionales plantaciones de distintas cepas que dan origen a los vinos de la marca. Podrás conocer el exterior de la residencia de verano de su antiguo dueño, Don Melchor de Concha y Toro, su entorno de bellos parques y jardines, bodegas de guarda y conocerás más de la historia al respecto de la leyenda del Casillero del Diablo.
2. Viña Santa Rita
Viña Santa Rita fue fundada en 1880 por Don Domingo Fernández Concha, destacado empresario y hombre público de la época. El viñedo está ubicado en Alto Jahuel, cuyas instalaciones se mantienen hasta hoy en esas tierras, donde el fundador sumó el trabajo de enólogos franceses y cepas de ese país, dando lugar a vinos superiores a los que se producían en Chile hasta entonces, cambiando la forma de elaborar vinos en nuestro país.
Visitar la Viña Santa Rita constituye un viaje fascinante por el patrimonio cultural de Chile y la tradición del vino chileno, a sólo 45 minutos de Santiago. Ubicada en la zona precordillerana, la viña está rodeada por un entorno natural único, donde conviven la tradición vitivinícola, la historia, la cultura y la gastronomía chilenas. Explorarás también la moderna planta de embotellado de la viña y las bodegas de vinificación y guarda más antiguas del país que, durante el proceso de independencia de Chile, albergaron los 120 valientes patriotas que fueron comandados por Bernardo O’Higgins. El viñedo, como homenaje a estos guerreros, años después se crea el vino 120, uno de los más conocidos de la casa.
Otro hecho curioso es que bajo sus bodegas se encontraron tumbas de un pueblo indígena que habitó esa zona el año 500.
3. Viña Undurraga
La Viña Undurraga es una de las bodegas más antiguas de Chile. Fundada en 1885 por Don Francisco Undurraga en el Valle del Maipo, hoy posee plantaciones en varias zonas vitivinícolas del país. Su producción vitivinícola comenzó con plantas traídas de Europa y hoy cuenta con una moderna tecnología destinada a la elaboración de vinos de alta calidad. Una de las pioneras en la exportación de vinos nacionales, actualmente su mercado lo integran 65 países de todo el mundo.
La viña cuenta con un gran y diferencial atractivo: la sala olfativa, un ambiente el cual ofrece a los visitantes una experiencia de sentir el olor de 40 diferentes vinos. Además, al visitarla, tú podrás conocer el parque de la familia Undurraga y recorrer por su museo llamado “Gente de la Tierra”, con un acervo de piezas de las culturas Mapuche y Andina.
4. Viña Cousiño Macul
La Viña Cousiño Macul es una bodega chilena fundada en 1856 y es considerada una de las más tradicionales de Chile. Ubicado en el Valle del Maipo, el viñedo es el único que sigue en las manos de la familia fundadora, continuando la sexta generación a cargo. Cousiño corresponde al apellido de la familia propietaria. Por su parte, Macul en mapudungun significa “mano derecha”.
En 1856, el primero Cousiño, Matías Cousiño adquiere las 1.000 hectáreas de la Hacienda Macul. Luego de su muerte, su hijo Luis Cousiño hereda las tierras y el sueño de comenzar una producción de vino familiar. Para esto, decide renovar las vides que allí se cultivaban y, junto a su señora Isidora Goyenechea, trae desde Europa las primeras cepas insignes de la Viña.
El matrimonio administra la viña hasta la muerte de Luis Cousiño. A partir de ese momento, Isidora Goyenechea asume la dirección y se convierte en una de las primeras empresarias de Sudamérica. Hasta el día de su muerte, continúa con la tradición de la familia Cousiño, proyectándola a través del tiempo con innovación y nuevas tecnologías.
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